El Laberinto Tranquilo

Christian Bonnefoi

 

« Lo que fue, lo que es y lo que será, la historia del pasado y la del futuro

las cosas que he tenido y las que tendré, todo ello nos espera en algún

lugar de ese laberinto tranquilo »

Jorge Luis Borges

 

« El collage… es el acontecimiento más extraordinario del mundo »

Jean Paulhan

 

Germinaciones, Semilleros : los recientes trabajos de Daniel Orson Ybarra surgen, desde un

principio, de la naturaleza y de la dinámica que la rodea : el proceso de crecimiento, de

generación, de inflorescencia, que va desde la intensidad retenida (del potencial, del futuro) hasta la expresión ampliada, distendida y especializada de su forma, frutos, flores u hojas.

 

Estas pinturas, o más bien collages y ensamblajes, comparten la lógica de los anteriores

cuadros : juegos de sombras de colores, de luces irisadas atravesando un follaje que Ybarra

restituye con un ligero desenfoque sobre el cual se depositará la pintura en un intento de

mitigar la referencia naturalista y desplazarla, con cuidado y lentitud, al campo de la

abstracción.

 

Aquí se inicia un proceso inverso que viene a oponerse al modelo natural, desviarlo de su

lógica lineal y abrirlo hacia una transformación que es lo propio del arte. La metáfora

sustituye a la metamorfosis ; las hojas de los árboles que representaban el punto de partida

para los cuadros se convierten, en Germinaciones, en un follaje en el sentido estricto de la

palabra, un apilamiento de films de plástico transparente ; cada estrato está marcado por

una intervención, pintura o dibujo sobre una parte de la superficie, de modo que el conjunto, una vez acabado, deja ver las formas en un inteligente juego de oculto-mostrado, en el seno de una profundidad contenida. El atractivo del fondo infinito, o sea, del sin fondo de laprofundidad, la travesía de los planos permitida gracias a la transparencia, está puntuado, contemporizado por los diferentes escalones formados por los estratos ; estos son a la vez pausas puntuales de la mirada (cada estrato tiene su forma) y de redistribución de ésta : algunos elementos de cada estrato entran en contacto con elementos de otros estratos

situados por encima o por debajo, indistintamente.

 

No se trata de indiferencia, en el sentido de dejar pasar, sino de una conversión radical del arte de la pintura que es, sin duda, el gran descubrimiento del siglo XX : la introducción, en el modo de producción de la forma, de dispositivos, cuyo modelo es el collage, que imponen su propia lógica, objetiva, a la subjetiva del pintor. Las Germinaciones son ensamblajes que representan dos caras, dos direcciones : una es apilamiento, propiamente dicho, de cada hoja previamente pintada por sí misma, como si se tratara de una obra en sí ; la otra es la interacción, en forma de impacto o integración, de cada estrato con el de al lado y con el conjunto ; todo ello de forma espontánea, imprevisible ; aquí la mirada no tiene marco, salta de un lugar a otro sin comienzo ni fin, hasta que encuentra un hilo conductor y lo vuelve a perder. Esta segunda dirección es la palabra del objeto, que amplía el campo limitado de la subjetividad aportándole su necesaria materialidad, o sea, implicándola más profundamente en la esencia de la pintura, sustrayéndola de la tiranía del lenguaje, del relato y del enunciado. Las Germinaciones, más cerca de las imágenes de ensueño, son condensaciones de posibles, mezclas de afecto que el movimiento de la mirada, determinado por la poca certidumbre y apoyo ofrecidos por el vértigo de la profundidad, ensambla y vuelve a ensamblar a su antojo.

 

Paradójicamente, el movimiento que « desplaza las líneas », anula el sentido ; el movimiento inducido por la propia naturaleza del ensamblaje y no por la voluntad del pintor o del espectador, es la obra en sí : lo que pertenece a la obra, lo que transmite. Inspect es la

palabra que inventó Jean Paulhan para describir el efecto de este movimiento : « Los veía

(los objetos cotidianos) por todos los lados a la vez. Porque por fin reconocía ahora el dorso y los laterales igual de bien, o igual de mal, que la cara, y la parte inferior de la mesa no me era menos familiar que la parte superior. No quedé satisfecho con su aspecto, porque era su interior lo que tenía ».

 

Si Germinaciones metraforiza la metamorfosis natural, Semilleros la desplazará hacia otro

terreno que podremos calificar, empleando figuras de la retórica, de sinécdoque, la parte por el todo. Lo cierto es que las Germinaciones son un ensamblaje de estratos instalados en un marco que libera el juego de formas mediante la instrumentalización de la profundidad

transparente, y que, con ello, brindan al dispositivo (el objeto) la posibilidad de actuar

libremente : irradiando el conjunto formado por elementos no jerárquicos ; apostando por el

movimento inducido del dispositivo para distribuir los efectos en una circulación infinita. Los Semilleros, por su parte, se presentan como la voluntad de retomar las riendas de este

laberinto en movimiento, de recorrerlo, de puntuarlo y de dilatarlo. Los elementos pintados

son individuales, recortados y distribuídos como si fueran teclas independientes las unas de

las otras. Las chinchetas que asumen el papel de inscripción fijan esos trozos de pintura

sobre el soporte, en general por superposición, algunas veces por yuxtaposición. El carácter

provisional de la chincheta (ponemos la chincheta para ver y después fijamos) proporciona

al conjunto general un carácter de incertidumbre, un aspecto lúdico et inacabado. Pero

sabemos, desde los collages con horquillas de Picasso y sus grandes collages suspendidos

en las vigas de su taller, que se trata aquí del « mayor invento » de la historia de la pintura : Pasar la técnica, el dispositivo y las condiciones materiales del lado de la forma; el « ready-made » no es ni más ni menos que eso, ya que es, para la pintura, un momento, un paso, el lugar puro y radical donde lo que sirve para exponer se expone a su vez, y se invierte inmediatamente en el movimiento del proceso en formación. Aquí, el artista retoma y profundiza este gesto, lo retoma del pasado representado por las Germinaciones para asomarse al presente de los Semilleros. Si se mantiene la transparencia, esta vez está bajo la influencia de la sujeción con horquillas y se convierte en un elemento en sí, dejando de ser la condición de la distribución de los elementos. Por lo tanto, la intensidad condensada, retenida, condición de toda disposición posible, y que representa lo que es un cuadro, se sustituye por una superficie que requiere la abolición del marco, algo que se vuelve hacia la instalación que representa otra de las facetas del trabajo de Daniel Orson Ybarra.

 

Cara Y Cruz